La palabra peeling significa descamación o exfoliación y consiste en el empleo de diferentes métodos para conseguir eliminar capas superficiales de la piel y conseguir su renovación. La intensión es corregir imperfecciones en la piel (cicatrices, secuelas de acné, etc.) y sobre todo las arrugas, consiguiendo devolver a la piel adecuada hidratación, turgencia, luminosidad y elasticidad.
Entre los diferentes métodos que se utilizan se encuentran el peeling químico (ácido glicólico, salicílico, mandélico, fenol, resorcina, tricloroacético, etc.); dermoabrasivo (con un material rugoso que remueve superficies en forma mecánica); y el peeling laser.
Además, se emplea con considerable éxito en el tratamiento de flacidez cutánea, fotoenvejecimiento, mejorar la piel rugosa, eliminar los poros que lucen anchos y marcados, algunas manchas cutáneas, entre otras.
La sesión de laser no requiere en la mayoría de las veces una preparación previa, sin embargo, dependiendo del tipo de piel, en ocasiones es necesario utilizar un bloqueador solar durante dos semanas antes para evitar la hiperpigmentación (manchas) post tratamiento.

El tiempo de la intervención es variable y se determina en forma individual para cada caso, dependiendo del tipo de tratamiento. Si bien, este se realiza con anestesia local, podría presentarse dolor en algunos casos.

El laser fraccionado CO2, a diferencia del laser CO2 convencional, ha reducido de manera importante el tiempo de recuperación, el tiempo de cicatrización y el tiempo para poder volver a la exposición solar.

Durante el periodo de recuperación se deberá emplear una sustancia tópica hidratante en ungüento durante tres días para después rotarla por otra en forma de crema por dos a cuatro semanas.

Hay que tener en consideración que la mayoría de veces quedan unas pequeñas lesiones puntiformes sobre el área tratada las cuales irán desapareciendo después de la semana de tratamiento, así como la textura de la piel, la misma que se torna rugosa por un periodo similar.